08 agosto 2005

Comando invernal

El otro día me tomé un taxi. Un viaje corto, de Plaza Italia a Barrancas de Belgrano. Estaba apurado, eran las ocho y cuarto y yo tenía que encontrarme con un amigo a las ocho y media (de la mañana). Hacía mucho frío y no lo quería dejar esperando. (El hijo de puta llego a las nueve menos diez.)
Le indico las coordenadas.
–¿Vas a tomar el tren?
–Sí, voy a Vicente López.
–Ah, pero te conviene ir en taxi.
?
–No, lo que pasa es que me tengo que encontrar con alguien antes, para ir a un torneo de tiro…
–Ah…
–… y no lo quiero dejar esperando con este frío.

Se paralizó la Tierra.

–¿Qué frío? ¿Eh? Esto no es frío… ¿En qué estamos?
!
–Eh…
–¿En qué estamos?
–Eh… en agosto.
–No, no… ¿En qué estamos?
–…
–¿En qué estamos?
–Mirá, no te entiendo.
–Es-ta-mo-sen-in-vier-no. Es-to-no-es-frí-o.
–Eh…
–A mí, cuando veo a la gente con bufandas, así, toda abrigada por la calle como si hiciera frío… me da una bronca bárbara, ¿me entendés?
–Sí, claro
–Frío hacía cuando yo era chico que hasta había escarcha… escarcha había.
–Sí, claro –¿?– antes hacía más frío.

De los miles de motivos que suelen dar los taxistas para que uno se enoje con ellos, ¿por qué a mí me tuvo que pasar esto? ¿Alguien me puede explicar?

02 agosto 2005

¡Justicia ya!

Me enteré a través de un amigo de que hay en el Instituto Lanari unos perros. No de esos perros que andan sueltos en todos esos edificios pabellonados (tan hospitalarios ellos), sino canes encerrados en jaulitas que quedaron como resabios de antiguos (bah, más o menos viejos) experimentos.
Nuestra fuente (que oportunamente revelaremos, en caso de ser necesario) indicó lo siguiente:
a- Los perros fueron sometidos a diversos tipos de experimentos.
b- En virtud de una disposición oficial, hace algún tiempo no están permitidos ciertos experimentos en este tipo de animales (confórmense con las ratitas, nerds), motivo por el cual los perros ya no son sometidos a los no mencionados anteriormente experimentos.
c- Los perros no puede ser liberados bajo ningún concepto porque, acaso, sean portadores de quién sabe qué o han mutado en otra cosa no definible. No se sabe porque los perros están encerrados, encerrados ahí.
d- Los perros profieren aullidos propios de bestias torturadas (o en celo, o en celo mutante).
Ergo: en Agronomía no se puede dormir bien.
El silencio oficial no hace más que abonar la sospecha de que este sistema capitalista no se sostiene sino en la molestia sistemática de los vecinos de Agronomía y en la explotación experimentativa del mejor amigo del hombre.