07 julio 2009

Una seguidilla tremenda

El 28 de junio fue derrocado Manuel Zelaya, presidente electo de Honduras.

El día 29 de junio el Congreso hondureño legitimó a Roberto Micheletti como presidente de Honduras. Inmediatamente se desató una fuerte represión contra el pueblo hondureño que aún resiste el régimen de facto. En algún momento se trató de instalar la teoría de que el pueblo hondureño no resistía.

El día 6 de julio 100.000 personas se manifestaron a favor de la restitución de Manuel Zelaya a sus funciones. El saldo de esa contienda fue de dos muertos y cientos de heridos, de los cuales uno murió de un impacto de bala en la cabeza probablemente hecho por un especialista, un francotirador. Y Zelaya en Managua.

El Gobierno golpista nombró a Billy Joya como ministro asesor. El “Licenciado Arrazola” conocido actualmente como el Ministro Joya (muchos funestos chistes), entre 1984 y 1991 permaneció en el escuadrón de la muerte 3-16. Se le imputa responsabilidad criminal por al menos 16 casos y operativos especiales que dejaron al menos una decena de personas muertas y torturadas por sus vínculos a organizaciones progresistas. Claro que Joya y su equipo también fueron entrenados por la CIA y un tristemente célebre argentino, Guillermo Suárez Mason.

Y Clarín dice hoy acerca del tema:



En un discurso ante universitarios en Moscú, donde se encuentra de gira, el presidente dijo que Estados Unidos no indica a otros países quiénes deben ser sus gobernantes y que no apoya a Zelaya "porque estamos de acuerdo con él; lo hacemos porque respetamos el principio universal de que los pueblos deben elegir sus propios líderes, coincidamos con ellos o no".

La actitud del Gobierno de los EEUU que se intenta mostrar políticamente correcta, es efectivamente lo contrario. Nadie se hará cargo de que el Gobierno de facto actual de Honduras viene de los vestigios de un Masterplan del Gobierno Estadounidense que dispuso un régimen militar para toda Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XX.

Acá hablamos sólo de la emergencia sanitaria.
¿Desideologización?¿Legitimación derechista?¿La memoria?¿Y la nueva-vieja política (si me permiten un oximorón pólitico)?

Basta del Grupo Clarín.

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