30 septiembre 2008

¡Es la tarasca, idiota! (o sin coma)

Ahora que todo el mundo se ve mutuamente en bolas y que cualquier poronga está hecho cajeta, ahora, después de tanta abstinencia malsana, de verdad, no sólo la justicia cordobesa sino incluso hasta el mismísimo Grupo Clarín vuelven por la línea del dinero en el caso del asesinato de Nora Dalmasso. Sólo porque uno de los presos por falsificación de documentos de propiedades se le ocurrió decir lo que casi todos intentaban callar y sólo algunos cuchichearon Para Ti: que el viudo (que perdonó post mortem a su fallecida esposa) era el testaferro de De la Sota. O será porque tal vez, ante la depreciación de las monedas y acciones empresariales, la verdad se ve revalorizada. Qué sé yo.

(No linkeo nada porque lo vi por TN y, hasta el momento, todavía la información no está virtualmente socializada.)

Actualización: en La Nación había aparecido esto el lunes.

29 septiembre 2008

Cuando el mundo tira para abajo... ¡Liliana Felipe!

Entre gallos y madrugadas

Edición vespertina


"O dicho de otro modo" (Liliana Felipe)

Personas muy decentes, de prestigio,
visionarios del futuro,
paladines del mañana,
y empresarios del respeto
están promoviendo un plan,
están promoviendo un plan,
están promoviendo un plan.

Se trata de un tratado muy tratado,
dicen que es un gran negocio
y que México sea socio,
a la corta o a la larga,
le da una oprtunidad.

En base a lo anterior la economía
incrementa relaciones,
favorece el crecimiento
y promueve un objetivo
de interés transnacional,
de interés transnacional,
de interés transnacional.

Los bloques económicos mundiales,
las naciones que involucran
los acuerdos comerciales,
los distintos intereses
se van a homogeneizar.

O dicho de otro modo,
o dicho de otro modo:
coadyuvando el crecimiento
(la unidad discrecional)
es lo que va reduciendo,
a la corta o la larga,
la funerabilidad.

O dicho de otro modo,
o dicho de otro modo,
la cosa está muy clara:
tú me prestas a tu hermana,
yo la vendo en Canadá,
y a la corta o la larga,
se la cobro a tu mamá.
a tu mamá.

[Arenga]
Bueno, Bush, moronies,
son ustedes...
¿Hola? ¿Están ahí?
Ayyy, ayyy, ayyy.

Supongo que han seguido discutiendo:
"que si te echas una firma",
"que mejor no lo firmamos",
"ni a la corta ni a la larga
que decida tu papá,
Que decida tu papá,
Que decida tu papá".

Total en una de esas ni se firma;
y si acaso dan las firmas,
de seguro ni me entero
o me entero que las dieron,
pero con modernidad.

Ni tal que yo no estaba preparada
para dar estas respuestas,
mucho menos para darlas,
ni a la corta ni a la larga,
en inglés y en quebecois,
en inglés y en quebecois,
en inglés y en quebecois.

Haberlo dicho a tiempo y me preparo...
las afino y verifico,
las retengo y las declaro,
y me pongo de ladito
para su facilidad.

O dicho de otro modo,
o dicho de otro modo:
también tengo algunas primas,
ya verán les aseguro
que con ellas aumentamos
a la corta o la larga
la competitividad

O dicho de otro modo,
o dicho de otro modo:
empresarios del respeto,
yo no sé por qué me meto,
pero cuiden,
que a la corta o la larga,
se las vayan a cortar,
a su mamá.

“O dicho de otro modo”, 2002 (
cover, en este mundo de control no puede ser de otro modo)



"A su merced"
Para todo el que disfruta
de la verdura y la fruta,
va este danzón dedicado
a su merced, el mercado.

Platicaban las naranjas
que las limas son bien fresas,
que la vulgar mandarina
se siente tan tangerina.

Y aconsejadas las tunas
por la pérfida manzana
se agarraron de botanas
a las pobres aceitunas.

Todo pasa, todo pasa,
hasta la, hasta la,
hasta la ciruela pasa.

Señoras, no sean frutas,
que todas somos sabrosas.
Aquellos se sienten reyes
pero son puros mameres [?].

“¡Uy, qué finas mi vecinas!”,
se burló el prieto zapote,
luego criticó al membrillo
que “es como un gringo amarillo”.

“No sea usted tan chabacano”,
contestole la granada,
“es usted zapote prieto,
y nadie le dijo nada”.

Todo pasa, todo pasa,
hasta la, hasta la,
hasta la ciruela pasa.
Todo pasa, todo pasa,
hasta la, hasta la,
hasta la ciruela pasa.

("A su merced", 2002)

“Las histéricas” (o tal vez no)
“Sobre la masturbación” (paja y dialéctica, desde Las mil y una noches)

28 septiembre 2008

Ojo Felipe que mañana y ayer también son siempre hoy (¡lilianas... totales!)

N.A.F.T.A.
"O dicho de otro modo,
la cosa está muy clara:
Tú me prestas a tu hermana,
Yo la vendo en Canadá,

y a la corta o a la larga,
se la cobro a tu mamá.”
Liliana Felipe

Somos lirios, somos rosas,
somos lindas mariposas
La Polla
$in (focus)
En una propaganda de Ford Focus, una suerte de Aladino en auto morocho se le arrima al macho viril, protagonista desde ya. Todo un palo... ya sabés: todos los gustos. Segundos después, cientos de kilómetros más allá (el tiempo es monetario en televisión), este, el prota, ahíto de toda saaciedad, le confiesa al Aladino: “Quiero que el tren llegue a San Gregorio: ya dejé de pensar sólo en mí”. Al instante, otro par, otro par de vías, se abre bien abierta del troncal para encarar hacia...
...y... no sé... como mucho, veinte kilómetros, porque San Gregorio está bien al sur de la provincia de la Santa Fe, apenas arriba de Alvear y bastante más al sur de Sancti Spitirtu, a la derecha de Aaron Castellanos y la izquierda de La Pinta.
A menos que fuera hacia un futuro San Gregorio Pérez Companc, gloria loor de la patria sojera.
Por mí que se haga. Pero no jodamos –ni vendamos– con los principios. Aunque eso sea nuestro destino, el de los monos con palabra.

“¡Ay, Segismundo, cuánta vanidad:
«Infatiloide y malsano el orgasmo clitoriano...»!
¡Ay, Segismundo, cuánta vaginalidad:
el orgasmo clitoriano se te escapa de la mano!

Liliana Felipe

Sin (galones)
Mientras escribía sobre los quesos conversaban amigos: hoy es un día feliz.
Mientras tanto apalabro el “shifter” que Barthes señala.
En ella hay otra. Y fragmentos de discursos amorosos.





Se te agradece tanto...
como si fuera de veras

Ibídem
Sin (soldadura)
Tengo 34 años y vivo en Caballito (pero saliendo beodo veo Boedo a mi izquierda).
Hace veinte años (ya no metemos en la cuenta los meses), fui al sorteo del industrial, al Huergo. Tuve suerte y salió mi número.
Después me entregaron las notas del Politécnico Bunge y Born. De lengua estaba óptimo, pero en las divisiones nunca encontré mi punto. Sin embargo entré también ahí. Por mérito y raspando. Y quedaba cerca aunque no entraran mujeres...
Las clases de gimnasia eran en Vicente López (antes del primer Carrefour). Del segundo colectivo (117 o 28) me bajaba frente al Raggio. A la esma apenas la vislumbraba: me quedaba muy a la derecha, amén de que yo estada ahí para correr (a prender las reglas del handball).


Y en el mercado
la vulgar mandarina
se siente tan tangerina

Ibíd.
Con aliento
Terminé la secundaria en el Avellaneda de Palermo; y no pocos sábados con Diego (amigo desde Bunge) fuimos a Obras a ver los Redondos
Y a la vuelta sí que había pasar por la Escuela para llegar a General Paz rumbo a San Martín, total...

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo,
nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Op. cit.
Con (más ganas que ayer)
Hoy, a la ex esma, fuimos con Malala al mejor recital al que no hayamos entrado de nuestras vidas: se colmó el Casino de Oficiales con la Felipe y un millar quedamos afuera, con más ganas que ayer. Sera mañana...

25 septiembre 2008

Nafta en una caldera taponada

Hace ya tiempo que conversamos con Matías. Es que somos amigos, además de razonablemente delirantes. Una vez que se embaló mucho con el tema de meter un avionazo (o cualquier otro instrumento explosivo) en el parque nacional donde vive el oso Yogi, enterado como estábamos de que su superficie viene subiendo de a centímetros año tras año, acumulando presión y sedimentos de todo tipo que, más tarde o más temprano, en una probable erupción, se disiparán por la atmósfera hasta cubrir la mitad de Estados Unidos. (Georgina, en cierto ritornello de este tema, una vez acotó: “Más que hacerlo reventar lo que hay que hacer es ponerle un tapón”. Y todos quedamos muy conformes con tan certera modificación en tan inviable plan.)

Por otro lado, días atrás nos abocábamos al punteo de los dos o cuatro grandes modos del fraude económico nacional. El vaciamiento y la liquidación de empresas públicas (que es un poco tosco, porque sólo en casos aberrantes como el de Aerolíneas puede ser repetida una y otra vez la misma manganeta). Otro, parecido, es el vaciamiento de empresas privadas al modo del Grupo Exxel, enriquecido por licuar la ganancia de sus empresas recién compradas en el opaco trasfondo de deudas millonarias tomadas para la compra y la expansión, hasta que por fin los números no cierran, y entonces se bajan las persianas y listo: todos contentos.
Podríamos haber seguido chapuceando sobre distintas formas del defalco (el crimen preferido por toda burguesía feliz), pero para no ahondar, terminamos con la mejor de todas: la modificación total del sistema monetario, que surge con inflación y control de divisas en manos de grandes jugadores privados, se sostiene con el funcionamiento noche y día de la maquinita de hacer guita y termina con la aparición de un nuevo signo monetario definido a imagen y semejanza de los ganadores de la crisis.

Pero ya: por fin estamos entrando en colapso; y en esta experiencia de umbral que nos regala la globalización socializante (de las pérdidas, desde ya), podemos observar –con la ilusoria tranquilidad del colchoncito– por qué nos fueron objetadas, durante décadas, “la maquinita” y la “intervención estatal”. (“Podemos observar” es un decir: si hay tantos orondos en su opción por la ignorancia ostentando su tilinguería, es porque desean, a mansalva, no sufrir por el desastre en que están metidos hasta el caracú, y que tanto ha contribuido a su éxito personal.)
De modo Yellowstone no reventó, pero a Wall Street le queda poco hasta mostrar el rostro cabal de su decrepitud. En tanto, Bush, tal es su usanza, quiere echarle 0,7 billones a la caldera, a modo de nafta y de tapón (sólo para salvar a los responsables de la debacle). Es como el blindaje y el megacanje todo de una y multiplicado por un montón. Ni los republicanos se la bancan, porque saben que muchos quedarán de ese modo con el orto mirando a la Meca y prefieren evitar la fatiga.
Por lo demás, Argentina hace los deberes para volver a estar en ese recinto que parece caerse a pedazos. Festejemos que todavía estamos lejos (ya que mañana podemos estar dentro).

23 septiembre 2008

Erizando el erizo

Dice Schmidt que, sólo por nombrar a los más poderosos de esta época, los culpables de la decadencia del periodismo se encuentran en la entente Albistur-Fernández-Spolsky, por hacer circular productos patrocinados, cuyo beneficio no es fruto de su consumo sino de la pauta comercial pública que los banca. Sin embargo, digo yo, sabemos que el patrocinio empresarial de las empresas de medios es el axioma de base de toda producción de mercancías de prensa, y mucho más desde que desapareció la sección de Gremiales de los diarios (supongo que más o menos después de la época en que empezaron a desaparecer los gremialistas).
Más allá de los mínimos matices, eso es apenas parte de todo lo que tan perfectamente dice Schmidt en sus ya ocho excelentes intervenciones en los Trabajos Prácticos.

Los medios montan su elocuencia en denuncias de hechos objetables o repudiables. Ejemplo ya canonizado: Indec, a) porque manipula y tergiversa datos clave para saber qué está pasando y b) porque, para lograrlo, el kirchnerismo apela a un sistema de control policial. Perfecto, ponele. Pero una de las informaciones que los medios nunca dan es cómo están ellos mismos, como empresas que son, respecto de ambas cuestiones.
¿Y por casa? Hechos bolsa.

Hoy, mientras hacía una parte de mis supuestas obligaciones laborales, escucho que uno de mis tantos jefes dice: “Me voy a fijar cómo están las acciones de Clarín”. De pronto me encontré diciéndole: “En picada deben estar. Arrancaron a 19 o 21, no me acuerdo”. “Msé, cuando arrancaron...”, respondió él.
Recién me encontré buscando a cuánto cotizaban efectivamente. En el camino, me enteré de que en el tercer trimestre de 2008, el grupo tuvo una ganancia de 138 millones de pesos. Sin embargo, las acciones, que llegaron a costar 32 pesos en algún momento del último año, hoy cuestan 8,90. Percibo el desacople entre valor financiero y la rentabilidad de la empresa y una parte de mí se siente como Jack Skellington cuando dice algo así como: “¡Qué reacción tan interesante!, pero ¡¿qué significará?!”.

Recién veía Filmoteca, el ciclo que sale de lunes a viernes por Canal 7 a las 0.30, presentado y dirigido por Fernando Martín Peña y Fabián Manes. Ya parezco un gacetillero cualquiera. Pero no. No había visto nunca el programa. Una pena. Pero hoy, alegría grande. Pensar qué pasó desde los tiempos de los Sofovich (padre e hijo) hasta la Dra. Lamedi a en Mañana vemos y, antes de acostarse, por ejemplo como hoy, Berlín, de Walter Ruttman (1927) y Buenos Aires, de David José Kohon (1958). Millones de años luz mide el abismo que separa ambos períodos. Y sin embargo son apenas unos 150 meses. Una razón más para ser antiantikirchnerista (todo entusiasmo se parece al cosmos: es finito, aunque no tenga límites).

15 septiembre 2008

Hablando del doplepensar...

...y porque no tengo un minuto para escribir nada, transcribo el testimonio de una trabajadora sexual que acabo de leer en una investigación que estoy editando:

“Mis clientes saben mis horarios, el lugar donde paro y mi teléfono celular. Son hombres correctos, no son estafadores o hijos de mil; todos mis clientes, treinta más o menos, son hombres casados. Nada de jóvenes, ni hombres separados, divorciados, solos, sino familiares, los que tienen sus esposas, hijos, su familia (…)

06 septiembre 2008

¡Doble pensar o muerte!



La verdá, me muero de ganas de ponerle "capitalismo y esquizofrenia", pero como no es mío no no quiero.

05 septiembre 2008

Macri Horror Show

¡Qué tupé! Superávit, subejecución, más endeudamiento y encima ampliación del presupuesto de 1500 millones (consensuada con la Coalición Cínica), de los cuales 200 van (y ya van 1000, casi tres palitos por día) a las empresas recolectoras de residuos, que él no gerencia, desde ya, y por eso ni duda cabe de que él no lucra más con ellas.
(Además, cien millones para subsidios a escuelas privadas y 99 para arreglar veredas; a los premios entran: 24 millones para el Instituto de la Vivienda y seis para becas estudiantiles. El gas en las escuelas públicas seguirá faltando.)
“El gobierno usa de menos y pide de más. La insistencia en mantener el nivel de endeudamiento se está convirtiendo casi en una afrenta a la sociedad”, sintetizó Hourest. Ese "casi" está de más: es una afrenta cabal, tanto como el mutis mediático que mima su gestión.

La vida y el forraje (El mundo según Monsanto)

Ver El mundo según Monsanto y recordar intermitentemente las conversaciones con Rodrigo –acerca de la decadencia práctica del sistema científico en su conjunto: su norma, su función y su valor– fue todo uno. También recordaba la conversación impulsada, humeante locro mediante, por su cocinero, que se despachó no sólo con que era seropositivo sino también con que había zafado de los tenebrosos protocoleros. (Dícese “protocolero” al médico –a veces eminente y reputado– que promueve la incorporación de pacientes en protocolos de investigación, que mientras promete locuaz un milagro inminente calla que algunos recibirán placebos, tributo incontrastable del imperio del método científico: el grupo de control. Ampliaremos.)
***
(En el 2000 frecuenté mucho el verde marco de la Facultad de Agronomía, al menos lo que aún quedaba sin alambrar. Me iba allí a estudiar al sol, o a la sombra, según. También pasaba mucho en bicicleta, rumbo a mi facultad. De modo que pude conocer algo de su cultura, encapsulada por una institución ecológicamente aislada de la población que la rodea. Así fue que me asombré tanto por el excelente estado de los edificios como por los grandes carteles (más institucionales que publicitarios) de empresas clave del rubro, cuyos nombres ahora no recuerdo, pero que seguro siguen ahí prosperando. Más grabados me quedaron dos graffiti: “Shuberoff ladrón: la Agronomía es parque público” y “La inocencia no mata al pueblo, pero tampoco lo salva”.)
***
Retomando:
Las palabras de una militante india son sabias. Más o menos, dice que en la India hubo dos “revoluciones verdes”: la tecnificación estructural de la agricultura impulsada por el Estado hace unas décadas y la desencadenada por Monsanto en las milenarias plantaciones de algodón (del que la India es el tercer productor mundial). La primera revolución, hegemonizada por el Estado, si bien solapando los beneficios económicos del polo agroquímico, expandió la producción de alimentos y, consiguientemente, mejoró la vida de los indios. La segunda, por el contrario, persigue únicamente las ganancias empresariales y la consecuente monopolización agropecuaria.
Por lo demás, tanto la India como Oaxaca (México) sufren la hibridación perniciosa de sus cultivos autóctonos. En el primer caso, producto de una suerte de caballo de Troya: la introducción masiva de algodón transgénico, iniciada por la promesa de rindes que lloverían como maná, pero que terminó apestando las especies locales y, de paso, disparó las ventas de agroquímicos varios. El suicidio viene siendo una de las soluciones más frecuentadas por los agricultores indios. Otra, menos usual, es la revuelta campesina, como en 2006.
En el segundo caso, la estrategia fue más ladina aun. Prohibida por la legislación mexicana la explotación agropecuaria de productos transgénicos, la empresa encontró en el NAFTA el artilugio pertinente: la exportación a México de baratísimas semillas de maíz modificado, que aunque no podían plantarse sí podían caerse aquí y allá, echar raíces y, tarde o temprano, hibridar las especies autóctonas hasta generar mutaciones aberrantes. Por descubrir el juego del monopolio –a partir de la simple observación de las mentadas deformidades–, un agrónomo se vio sometido a una campaña de injurias y falsedades sostenida por no pocos prominentes integrantes de la comunidad académica globalizada, empleados más o menos permanentes de las empresas líderes de la brutal movida planetaria.
En Paraguay se dio un caso similar: en 2005, el gobierno paraguayo revocó la prohibición de la soja transgénica alegando que lo hacía para blanquear una situación preexistente y en expansión, con lo que renovó el perjuicio para las comunidades rurales.
En Iowa y Anniston –en los mismísimos States– recurrieron, respectivamente, al clásico apriete mafioso a agricultores para hacerlos esclavos de los productos del monopolio y a la contaminación masiva para hacer uno de esos productos. Total, y vayan como botones de muestra, unos de sus directivos fue Donald Rumsfeld y la legislación fue hecha a medida por otro ex empleado y democráticamente votada por el Congreso en tiempos de Clinton (creo que 1995).
En Argentina pudieron prescindir de buena parte de estas acciones cuasimafiosas (desde ya que no de la usurpación de las tierras comunales, ni de la tala y la fumigación a mansalva), porque fue por ley que se les hizo aquí el campo orégano a los transgénicos. En 1997 (creo), este país fue el primero de la región (el segundo o cuarto del mundo) en legalizar tan pingüe y ominosa industria, una agricultura de escala, sin agricultores y, en buena medida, sin alimento humano: desde la vaca loca, la soja se convirtió en el forraje de cabecera de los ganaderos; otros cultivos se destinan a los biocombustibles; lo que queda son las miguitas del pan nuestro de cada día, a seis pesos el kilo.
En Europa no se consiguen transgénicos, están prohibidos.

(De este documental también me enteré bloguenado: en los diarios no hablaban de él. Por otro lado, la 125, mal o bien, le ponía un techo a la expansión. Ponele que mal. Pero viendo esto, el descarnado futuro me invadió como un vacío en el estómago.)

03 septiembre 2008

Canción de Hollywood

En plena gloria del crepúsculo menemista, recuerdo haber charlado con un compañero de la facultad, que me decía:

–Está buena Godzilla, es del mismo director que Día de la independencia.

–¡Ah, qué bueno! Ahora me quedo mucho más tranquilo... –le respondí.

–Pero no, en serio: esta no es tan fascista como Independence Day –concluyó.

O más bien me callé yo, ahíto de certezas respecto de que los juicios estéticos –los gustos, digamos– se sustentan cada vez más en palabras clave que vienen depreciándose a pasos monstruosos, como los de Godzilla diríamos.

***

Hace unos días corregía una entrevista a Spinetta, en la que decía: “[Además de] que puteo a algunos músicos, por el tema de hacerse los boludos. Se olvidan de que no somos tarados y de que tenemos que escuchar algo maravilloso, y no una porquería que la vengo escuchando desde que tengo 4 años y ya la detestaba en ese entonces. Por más que ellos sean talentosos, algunos temas de los Baba parecen de El Club del Clan”.

***

Zappineando el otro día, nos cruzamos con Malala con La supremacía de Bourne, la segunda película de la trilogía, en la que el contacto de control europeo de los letales agentes Treadstone es una chica que se hace pasar por una cándida estudiante yanqui.

Unos días antes, había leído –en la revista que corrijo– una crítica que ninguneaba la verosimilitud de la saga, mientras alababa la última película de Bond. Een fin...

Tiempo después, tuve en el laburo un reencuentro al paso con una amiga, que me dijo:

–Ah, y además le estuve dando clases de español a un marine, en [cierta universidad del conurbano ubicada en el noroeste del primer cordón].

Yo, por la impresión, sólo atiné a arquear las cejas.

–Bah, en realidad le di apenas dos clases, porque después me cansé... no sé... el hastío o el miedo... instilado por su forma marcial de ser y pensar.

“Están acá –me convencí nuevamente–, entre nosotros. Sería obtuso negarlo. Hace rato...”

***

La segunda parte de Matrix es una película apenas menos abominable que la tercera, que por cierto no vi, así que tampoco me voy a poner a ahondar en el tema. De todos modos, acaso por el cálido aliento que todavía irradiaba en mí la primera, al verla le encontré cierta gracia a una mera escena. En un momento, la Pitonisa escucha de boca de un burócrata maquínico la pregunta retórica: “¿Y cuánto piensa usted que durará esta paz?”; a lo que ella responde: “No sé, con que dure es suficiente”.

Desde ya, dicha respuesta tiene mucha menos épica que la pretendida por la saga, pero al menos le otorga ese rasgo verosímil (o al menos realista) que tanto se echa de menos cuando uno mira cine yanqui. Y, en cualquier caso, el hecho de que –en ese mundo– la Pitonisa sea una negra redonda, y ya no una tilinga oxigenada, cuando menos comporta un beneficio respecto del mundo que busca construir (que tampoco está exento de alguna consabida coalición cínica).


Pero ya no hablo más de eso, me parece más bien cosa del pasado.


Canción de Hollywood