29 noviembre 2007

Y si mañana es como ayer otra vez...

Volver nunca es fácil, ni a casa, ni de vacaciones, ni a escribir un post, ni a la dura realidad de saber que toda libertad se cuaja en una sopa de coerción. (Los días pasan, uno a uno pero como en manada, como combos semanales.)
Hace algo así como un mes, integraba informales asambleas gremiales donde discutíamos la forma de reapropiarnos, cuanto menos dinerariamente, de parte del producto de nuestro trabajo asalariado. Días después despedían a una compañera. Y después... las razones esgrimidas por la empresa fueron de manual, tanto como sorprendente el hecho de que algunos compañeros las hicieran propias. Y después: según la patronal, 2008 nos es presentado como el año en que ganaremos entre un 20 y un 30 por ciento más. Y a mí me asombra tanto que no termino de aceptarlo; y entonces me pregunto si en ese aumento incluyen el pasaje de tickets a dinero, o si sólo es una promesa lanzada a volar para ser bajada, luego, por la gomera de un “lo que pasa es que el gobierno tal y tal cosa...”.
Hace un mes, en interiores, me preparaba para dos eventos que tendrían lugar en la semana siguiente: vacaciones litoraleñas y refacción hogareña. Las vacaciones estuvieron bárbaras, con un penúltimo día de 40 kilómetros en bicicleta por el Palmar de Colón que fue un delirio total, pero bien. La pena llegó el último día, a horas de regresar, cuando perdí la cámara de fotos de Malala... y su pen drive, y todas nuestras fotos.
Respecto de mi casa, volví con el trabajo a medio terminar; y cuando finalmente estuvo más o menos terminado (el domingo pasado), se desprendió la manguera que conecta gas con el artefacto-cocina y se prendió fuego el bajomesada.
Por otro lado, el odiado Banco Galicia, luego de pagarle 1062 pesos quince días después de haber tomado un “préstamo” de 990, me cobró una multa de 150 por haber sobrepasado en 90 pesos la cota por ellos estipulada. Recapitulemos: me dieron 990 cuya devolución completé quince días después; por tal servicio, me cobran 210 pesos; es decir, me prestaron a una tasa de un 40 por ciento mensual. (Aclaración: no estoy de ánimo para que me digan que “tasa” y “multa” son dos cosas muy diferentes; y, entre otras cosas, no estoy de ánimo porque 60 pesos difieren de 210 sólo en la magnitud, mientras que las condiciones de posibilidad de tales beneficios son en ambos casos las mismas.)
Por suerte Malala se compró un nuevo reproductor de DVD (el quinto en cinco años). Porque, la verdad, en este momento vería de nuevo el final de Zabriskie Point, esa explosión en que todo sale despedido de un centro fijo hacia una circunferencia siempre en ciernes. De hecho, esta espera del próximo gobierno, tiene para mí un movimiento similar: nos despegamos, saltamos, quedamos suspendidos, miramos hacia abajo, hacia arriba, y también hacia los lados, sólo para –cuando estamos por hacer tierra de nuevo– empezar a avizorar con quién haremos alianza.

Por suerte está YouTube: http://www.youtube.com/watch?v=9rxpfO90mg8. Alrededor de los dos minutos y medio, queda claro que... ¡¡vienen por el agua!! (Je je... En serio: es para verlo todo, pero después de los 5’ 10’’ es sublime.)